es tiempo de nieblas, esas nubes bajas que se dignan a tocar el suelo y enredadas entre las copas de las encinas transforman el paisaje en magia
en los lugares umbrosos los musgos y líquenes crecen a sus anchas bajo la humedad acogedora de la bruma que cuando decide encontrar el camino de regreso, deja paso al rocío transformado en escarcha, ese sucedáneo de nieve de los lugares donde no nieva, pero que nos recuerda igualmente que es invierno
la sementera va creciendo tímidamente levantando los terrones rojizos del suelo helado, tapizando las dehesas donde las grullas ingieren gran cantidad de bellotas, en los barbechos y entrepanes —bonita palabra—, las aves esteparias y las bandadas de pequeños pajarillos vuelan nerviosos para combatir el frio de la mañana y rebuscar semillas que llevarse al pico, pronto regresarán el abrigo de los árboles protectores
es duro el invierno para los animales que lo desafían, dentro de ellos late el ansia de ver la luz crecer y el aire atemperarse
comienza el frio intenso, el paseo sosegado y silencioso llama a refugio
ref: 2365
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