

paseaba a Duna cuando, entre geranios y dientes de león, apareció el primer huevo y muy cerca de él se encontraba el segundo
lo traje a casa
Lucía: — ¡qué pena!
yo: — se han debido caer esta noche porque aún pesan
Lucía: — ¡vamos a empollarlos! ¿vale?
Yo: — esto requiere disciplina, yo he perdido el hábito y a ti te gusta mucho salir por las noches
en algún rincón del allí arriba, estarán cantando las tiernas almas de un frágil verderón y un impetuoso mirlo
cantando a esos dioses, que se confabularon para que estos bellos huevos cayeran de sus nidos protectores esa aciaga noche
el árbol del que cayeron es un ailanto, árbol del cielo o árbol de los dioses
tal vez no sea una triste coincidencia
especie: huevos posiblemente de mirlo Turdus merula y verderón Chloris chloris
recolección: Ciudad Real
ref: 408
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