

debía andar con celeridad antes de que la situación se volviera irremediable y se perdieran dentro de la trituradora de ramas
—por favor podría guardarme los nidos que haya entre las ramas cortadas?
—claro que sí, ya me lo pediste el año pasado cuando andábamos por aquí y te los guardé detrás de la valla, ¿recuerdas?—me contestó el amable operario del ayuntamiento
—es verdad, no le había reconocido, pues aquí estoy de nuevo —le contesté disimulando la mentira y el corte
había algo en su gesto y en sus palabras que translucían un pensamiento del tipo: aquí vuelve la extraña señora de los nidos, un año más
—le agradecería que los dejara de nuevo en el mismo sitio, luego pasaré a recogerlos— y seguí con el paseo matutino de Duna
a la tarde, los olmos estaban podados, las trituradora había desaparecido y los nidos estaban amorosamente alineados escondidos detrás de la valla
moraleja: queridos míos, si deseáis algo con muchas ganas, salid de vuestra zona de confort, id a por ello, no importa lo que piensen de vosotros, no importa lo inalcanzable que parezca, con determinación siempre os encontraréis un amable operario que os baje los nidos
también conozco a un jardinero fiel que me ofrece ramas de mirto recién podadas, pero esa es otra historia
especie: probablemente nidos de gorrión Passer domesticus, mirlo Turdus merula y de verderón Chloris chloris
recolección: cogidos de entre las ramas podadas de olmos de bola. Ciudad Real
ref: 849
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