

hay una preciosa leyenda japonesa que cuenta que los dioses unen los dedos meñiques de las personas que están predestinadas a encontrarse, estén donde estén, con un hilo rojo invisible
este argumento da para abastecer de miel y arcoíris a innumerables historias amorosas y en el fondo nos gustaría que fuese así, a todos nos seduce la idea de la predestinación porque establece un cierto orden en nuestras vidas, nos da certezas en un mundo lleno de incertidumbres, alienta nuestras esperanzas en los finales felices, además de darnos una defensa mental para no enfrentarnos a las adversidades al creer que el destino es inalterable
pero queridos míos, así no funciona el mundo, o creemos en el libre albedrío y la libertad o en ese destino escrito, no podemos estar a las sopas y a las “tajás»
yo estoy con el poeta William Ernest Henlei en «Invictus»
…soy el amo de mi destino
soy el capitán de mi alma
especie: frutos de sabina Juniperus thurifera
recolección: Ossa de Montiel. Albacete
ref: 1128
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