

era el paraíso de los cantos rodados, perfectamente planos, redondeados y suaves, pareciera que había estado ahí esperando a que una coleccionista de piedras llegara aquella tarde nubosa y fría a la orilla del mar embravecido para ir guardando las piedras que se encontraban clasificadas por tamaños, en una precisa estratificación generada por el batir de las olas, mis ojos se movían de unas hileras a otras no pudiendo dar crédito a lo curioso de la disposición de aquellos cantos que el mar había ordenado con tanta delicadeza y minuciosidad
el responsable del escáner del aeropuerto de Dublín, miró con detenimiento la pantalla y decidió que las coleccionistas de piedras no representan ningún peligro
especie: cantos rodados
recolección:la playa de Brie, Irlanda
ref: 978
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