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elegidas

estas valvas retorcidas de legumbres de apenas siete centímetros junto con los pequeños cálices de las flores de jara, aguardan varios meses en el cajón del estudio que es algo así como la sala de espera de fragmentos en busca

en espera

tomo una foto y enseguida la veo en el ordenador pero no suelo quitar la composición instantáneamente, me cuesta trabajo eliminarla de la mesa, eliminaría para siempre el instante, la huella que dejan mis manos me gustaría tener un estudio

40 centímetros de bosque

nos llovió mucho durante el paseo, lo sabíamos y no nos importó echarnos a monte y al bosque de pinos, sin el frío anunciado la lluvia no presentaba un problema, al contrario, creaba el escenario perfecto para saborear el paisaje

orden

agrupo los fragmentos por colores en busca de ese orden y sentido de la imagen y componerla para que visualmente se vean completos cada uno de los cuadros, al cerebro le gusta el orden y la armonía, como si necesitara

desorden

empecé a seleccionar fragmentos  con la paleta de colores de este inicio de otoño que poco a poco van cubriendo campos y montes, riberas y cunetas los fuí poniendo sobre la mesa en la quietud de la habitación, lentamente y

de nuevo el otoño

el verano se va y deja tras de sí un tiempo desordenado en el que las rutinas y buenos hábitos se los lleva el calor, todo se hace de cualquier manera, como con desgana, la luz que hace entornar los

Asturias

el verano se está marchando de manera callada pero no siento añoranza voy colocando la imagen despacio y en silencio, recordando el momento y el lugar de recogida de los fragmentos, de la luz esponjosa y el aroma del mar

celebración

son mil fotos ya las que día a día de lunes a viernes he subido al blog, soy afortunada, tengo un proyecto, os tengo a vosotros y  tengo el apoyo de un marido que busca fragmento a mi lado y

medita

estamos en un mundo en el que todo distrae nuestra atención, internet nos engancha hasta robárnosla, las redes nos manipulan atrayendo nuestra mente hasta lugares insospechados, hagamos un ejercicio de voluntad y de rebeldía diaria, prestemos atención a la naturaleza

de nuevo el verano

de vuelta a la atmósfera ardiente del estío, a los campos amarillos, a los atardeceres rojizos, a la tierra reseca al canto incesante de la chicharra y al de los grillos nocturnos, con suerte también al ulular del autillo escondido

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